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Cómo elegir el sistema de riego en función del tipo de suelo

Cómo elegir el sistema de riego en función del tipo de suelo
  • La correcta elección del sistema de riego depende en gran medida de las propiedades físicas y químicas del suelo.

  • Aspectos como la textura, la capacidad de retención de agua, la infiltración o la porosidad condicionan la distribución del agua y su aprovechamiento por parte del cultivo.

  • Esta guía técnica ofrece los criterios esenciales para diseñar instalaciones de riego adaptadas a cada tipo de suelo, optimizando el uso del agua y mejorando la productividad de la explotación agrícola.

 

05.06.2025 – INFOMERCIAL

Uno de los objetivos fundamentales en la gestión de explotaciones agrícolas es maximizar su rentabilidad. En este contexto, la implementación de un sistema de riego eficiente resulta esencial para optimizar el uso de los recursos hídricos y mejorar el rendimiento de los cultivos.

Lee más: Sostenibilidad hídrica en Horticultura y Poscosecha

Entre los factores determinantes en la selección del tipo de riego y en su diseño hidráulico, las propiedades del suelo ocupan un lugar central. El perfil edáfico influye directamente en la eficiencia de aplicación del agua, su distribución en la zona radicular y la dinámica de absorción por parte de la planta.

 

Características del Suelo

El análisis de las propiedades físicas y químicas del suelo es fundamental para determinar el movimiento, retención y disponibilidad del agua de riego para los cultivos

Textura del Suelo

Se refiere a la proporción de partículas de arena (⌀ > 0.05 mm), limo ( 0,002 mm < ⌀ < 0,05 mm) y arcilla (⌀ < 0,002 mm) en el suelo.

  • Los suelos arenosos drenan rápidamente, lo que puede llevar a que el agua se pierda rápidamente por percolación profunda.
  • Los suelos arcillosos tienen menor drenaje, lo que puede provocar problemas de saturación y encharcamiento.
  • Los suelos limosos tienen una buena capacidad de retención de agua, pero requerir un manejo más exhaustivo en cuanto al riego.

Capacidad de retención de agua

La capacidad de retención de agua del suelo es  la cantidad de agua que puede ser almacenada en el perfil edáfico y permanecer disponible para las plantas. Este parámetro está directamente relacionado con la textura del suelo. En suelos de textura gruesa, predominan los macroporos debido al mayor tamaño de las partículas (arenas), lo que favorece el drenaje y reduce la retención hídrica. Por el contrario, en suelos de textura fina, como los arcillosos, la elevada proporción de microporos incrementa la capacidad de retención de agua, al dificultar su percolación y favorecer su almacenamiento en la matriz edáfica.

Para mantener una humedad constante en la zona radicular:

  • Los suelos con alta capacidad de retención necesitan riegos menos frecuentes, con mayor volumen de agua.
  • Los suelos con baja capacidad de retención necesitarán riegos más frecuentes, pero con menor volumen de agua.

Porosidad del suelo

En suelos arenosos, donde predominan los macroporos, estos permiten un alto movimiento del agua y del aire, facilitando el drenaje y la infiltración. Por ello, es necesario aplicar riegos frecuentes con volúmenes reducidos, con el fin de minimizar pérdidas por percolación. Con ello, se optimiza la disponibilidad hídrica en la zona radicular.

Al contrario, en suelos arcillosos predominan los microporos, permitiendo una alta retención de agua, disminuyendo el drenaje y la infiltración. Es por esto que es preciso aplicar riegos más espaciados en el tiempo pero con mayor volumen. Por tanto, evitando consigo el encharcamiento del suelo y la asfixia radicular.

Contenido de materia orgánica

La materia orgánica mejora la estructura del suelo y su capacidad de retención de agua.

  • Suelos con alta materia orgánica tienen una mejor capacidad para retener el agua, lo que puede reducir la frecuencia de riego necesaria.
  • Suelos con baja materia orgánica suelen necesitar un riego más frecuente debido a su menor capacidad de retención.

El conocimiento de estas características es clave para optimizar los sistemas de riego, mejorar la eficiencia del uso del agua y evitar problemas como la erosión o el encharcamiento. Debería ser parte fundamental del proyecto de transformación en riego de una finca.

 

La selección del emisor, el factor clave en la eficiencia del sistema de riego

Una vez realizada la caracterización edáfica de la parcela, es fundamental evaluar las interacciones dinámicas entre el sistema de riego, el suelo y el cultivo. Además, la selección adecuada de los caudales de los emisores y la distancia entre ellos permite controlar la pluviometría del sistema. Todo ello influye directamente en la eficacia de la aplicación del agua y su interacción con el suelo y la zona radicular.

Los objetivos deberían ser los siguientes:

  • En suelos de alta capacidad de infiltración y poca capacidad de retención (suelos arenosos). Buscar pluviometrías bajas y riegos cortos y frecuentes de manera que no se pierda agua por percolación profunda. Emisores de bajo caudal y corta separación entre ellos.
  • En suelos con una buena capacidad de infiltración y buena capacidad de retención (suelos francos).  Riegos equilibrados que permitan rellenar el perfil de una manera uniforme.
  • En suelos con baja capacidad de infiltración y buena capacidad de retención (suelos arcillosos). Riegos con bajas pluviometrías y que permitan rellenar el perfil sin que se produzca erosión ni pérdidas por evaporación.

 

Caudal ofrece una amplia gama de aspersores diseñados para aplicaciones tanto en agricultura como en jardinería, adaptados a diversas necesidades de riego.

Para lograr una gestión hídrica altamente eficiente, es fundamental el uso de goteros autocompensantes, especialmente en cultivos que permiten la implementación de sistemas de riego integrado enterrado.

En este sentido, Caudal dispone de tuberías con gotero integrado autocompensante (modelo PC700 AS) de bajo caudal (1,1 y 1,6 l/h), con la posibilidad de insertar emisores a intervalos variables, además de tecnología específica orientada al riego enterrado, bajo la denominación Roorguard.

Finalmente, para optimizar el control y seguimiento de la humedad edáfica, se recomienda la instalación de sondas de humedad. Estas herramientas permiten monitorizar con precisión el contenido hídrico en la zona activa de raíces, facilitando la evaluación de la eficiencia en la distribución del agua y la detección de posibles pérdidas por percolación profunda.

Fuente: Caudal

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