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El profesor Dieter Wiemberg y la finca La Mayora en la Axarquía

El profesor Dieter Wiemberg y la finca La Mayora en la Axarquía

La verdadera historia de la finca La Mayora del CSIC en el Algarrobo, comarca de la Axarquía en Málaga, España

En el diario SUR José Vicente Astorga escribió la historia sobre la revolución agrícola del profesor Dieter Wiemberg

El profesor Wiemberg cuenta J.V. Astorga, es ingeniero y economista, escapó del comunismo real en Turingia en un carro de estiércol dejando atrás padres y la finca familiar expropiada para acabar años después como el padre de una revolución hortícola en la costa mediterránea española, pilotada desde la finca La Mayora. Impulsó, dirigió y habító 16 años el único centro del CSIC en Málaga. Desde allí introdujo el cultivo de fresas y subtropicales

El profesor Dieter Wiemberg en una foto de un artículo de José Vicente Astorga en el diario SUR

Sobre la historia de Dieter Wiemberg se sabe que lo despojaron del campo familiar de Turingia,la misma región de Alemania de dónde era Martín Lutero, de la finca de vacas en la que ayudaba a su padre, y ya nunca volvería a aquel paisaje ni a pisar la casa señorial que fue derribada. «Estaba enamorado de la finca. Tenía 16 años cuando me quitaron mis raíces», se duele en su piso de Marbella casi 80 años después, y lo explica a J. V Astorga en el artículo del diario SUR

La mayor parte de la vida, de Wiemberg ha estado siempre ligada a la tierra, sobre todo a la Axarquía, donde exprimió su formación de ingeniero agrónomo para desarrolar los cultivos con más éxito en los últimos treinta años. «Después de la guerra, Turingia quedó en manos de los comunistas y nos expropiaron. Por eso estoy en España.

Dieter Wiemberg fué el pionero en la introducción a gran escala de la fresa y del aguacate desde la finca experimental La Mayora, el único centro del CSIC en Málaga, que cerró su vida laboral como agregado diplomático en Madrid, Roma y Lisboa, ha sido un profesional de doble perfil, ingeniero y economista que se propuso sacarle más riqueza al campo de un país entonces empobrecido.

En 1950 Wiemberg había comenzado a estudiar agricultura y economía en Göttingen. En Bonn obtuvo 1953 el título de ingeniero agrónomo y en 1954, en Innsbruck, el de doctor en ciencias económicas con la nota ‘magna cum laude’. A la beca de tres meses que casualmente le pondría rumbo a Aragón –«yo quería aprender inglés o francés, pero aquella beca a Zaragoza era la única que tenían disponible», aclara– para estudiar regadíos en los Monegros siguió otra de un año en Extremadura para analizar el mercado del ibérico.

Los recuerdos de Wiemberg son de una «España que estaba muy pobre, no había horizonte y los sueldos eran muy bajos», describe la decepción que le empujó a volver a Alemania tras año y medio entre españoles. Se fue hasta Kiel, al Instituto de Economía Mundial, donde tenía la esperanza de un trabajo en algún organismo internacional relacionado con la producción de alimentos. «Su director, Fritz Baade, preparaba un informe sobre las posibilidades de aumento de producciones de frutas y hortalizas en el sur de Europa y me propuso hacerle la parte española», éste informe entre los años 50 y 60 del siglo pasado, sitúa el comienzo de todo lo que vendría después: «ha escrito usted una cosa muy interesante, y me gustaría que lo llevara a la práctica», le dijo Baade a Wiemberg en Alemania.

«Un ministro alemán decía que cómo se iba a ayudar a Franco, pero Baade defendía que había que hacerlo. Franco no estaría siempre» Y así fué que desde un trabajo académico se pasaría a la economía real. Baade era no sólo una autoridad económica sino un peso pesado socialdemócrata. En 1960, Wienberg, que en Zaragoza había conocido a través de un catedrático al secretario general del CSIC José María Albareda –«los dos eran del Opus Dei», y ambos concertaron el futuro centro de investigación agronómica en la Costa del Sol, con un primer millón de marcos para comprar las 44 hectáreas de La Mayora, en Algarrobo.

Tras los fracasos iniciales en el cultivo del fresón, Wiemberg pasa cinco semanas en California, con el mismo clima y temperaturas que aquí, «aconsejado por el ‘Papa alemán de los fresones’». «Copiamos su sistema de siembra y allí también me surgió la idea del aguacate después de recorrerme los 1.500 kilómetros entre Los Ángeles y San Diego», cuenta el comienzo local del cultivo revelación. José Farré, un ingeniero agrónomo que se trasladó a Málaga a cultivar subtropicales tras vender su finca leridana, se convertiría en su gran colaborador. El modelo se repetiría a otra escala en Moguer, en Huelva, con el abogado Antonio Medina, hoy la empresa Viveros California; «probamos en cien hectáreas de turbera improductiva de su finca y el resultado fue estupendo. Ahora tienen 300 y producen 400.000 toneladas», se alegra este profesor sin fincas pero con larga cosecha de reconocimientos en Alemania y España.

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