La compactación del suelo, una amenaza para la agricultura 

El uso intensivo de maquinaria, monocultivos y lluvias abundantes favorecen la compactación del suelo, un problema que compromete la productividad agrícola. Forigo explica sus causas, consecuencias y cómo prevenirlo eficazmente

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FORIGO

  • El uso intensivo de maquinaria, los monocultivos y las lluvias intensas han contribuido al aumento de la compactación del suelo, un fenómeno que reduce la fertilidad del terreno y puede provocar pérdidas de hasta un 20% en la cosecha.

  • En este artículo, Forigo analiza sus causas, consecuencias y cómo prevenir un problema que compromete la sostenibilidad de las explotaciones agrícolas.


 


10.04.2025 - INFOMERCIAL

En los últimos cuarenta años, los operadores del sector agrícola han recurrido a diversas estrategias para incrementar la producción, como el uso de fertilizantes químicos, la implantación de cultivos especializados (monocultivos y rotaciones simples) y el empleo de maquinaria cada vez más pesada.


Si bien estas prácticas han contribuido a lograr cosechas más abundantes, también han generado un problema creciente: la compactación del suelo. En este artículo Forigo analiza en qué consiste este fenómeno, cuáles son sus causas, sus efectos sobre la producción y cómo prevenirlo, ya que representa un verdadero desafío para las explotaciones agrícolas.


 

Las causas


Un suelo sano se compone aproximadamente en un 50% por espacios vacíos, conocidos como “poros”, por donde circulan el aire y el agua. Esta circulación es esencial para el desarrollo de las raíces y el crecimiento de las plantas. La compactación del suelo se refiere a la progresiva pérdida de porosidad, lo que conlleva una disminución de la materia orgánica. Al reducirse estos poros, el agua y el oxígeno tienen dificultades para penetrar en el subsuelo, lo que impide que las plantas accedan a los nutrientes necesarios para su desarrollo.


Este fenómeno puede tener consecuencias importantes, con pérdidas de producción de hasta un 20%, lo que supone un fuerte impacto económico para las explotaciones agrícolas.


Las causas de la compactación del suelo son diversas y pueden dividirse en naturales y de origen humano. Entre las naturales, se incluyen las lluvias intensas o la aparición de grietas y deformaciones en la estructura del terreno. En cuanto a las causas humanas, destacan especialmente el uso de maquinaria pesada y su tránsito frecuente sobre el terreno para llevar a cabo labores agrícolas como el arado, la trituración, la nivelación o la formación de caballones.


Además de los factores naturales y humanos mencionados anteriormente, existen otros aspectos relacionados con la compresión de los poros del suelo, por ejemplo:
  • El tipo de suelo. Un suelo arenoso es normalmente menos susceptible a la compactación que un suelo arcilloso, que se vuelve muy frágil en presencia de humedad;
  • La estructura del suelo. Un suelo bien estructurado es rico en agregados estables e impermeables, que se alimentan de los fertilizantes orgánicos y de los residuos de cultivos anteriores, elementos que debilitan el suelo;
  • La humedad. Un suelo mojado se vuelve desmenuzable y frágil y, en consecuencia, más inclinado a la compactación, especialmente si se somete a una labranza constante con aperos pesados.


 

Consecuencias


Como ya se ha mencionado, la compactación del suelo puede provocar, a largo plazo, una pérdida significativa de la producción agrícola. El uso de maquinaria pesada, su tránsito constante sobre el terreno y las lluvias intensas contribuyen a reducir la porosidad del suelo. Esto limita el desarrollo de las raíces, que no logran crecer como lo harían en un suelo sano.


En los casos más graves, se produce un fenómeno conocido como “asfixia radical”: sin una adecuada circulación de aire y agua, las raíces no pueden absorber nutrientes de forma eficiente, su masa se reduce y comienzan a pudrirse, lo que puede derivar en la muerte de la planta.


Lamentablemente, en la mayoría de los casos el agricultor no identifica el problema de inmediato. Los efectos de la compactación suelen manifestarse varios años después de su aparición, lo que agrava el impacto económico negativo para la explotación.


Aun así, observando con atención el estado del suelo es posible detectar señales tempranas del problema. La falta de oxígeno suele manifestarse con la aparición de olores desagradables y manchas de color amarillento o azulado. Además, en estas condiciones, el agua tiene dificultades para infiltrarse, quedándose estancada en la superficie, un fenómeno cuyas consecuencias ya hemos analizado.


En este punto, incluso las labores de labranza se complican: el terreno forma terrones pegajosos que se adhieren al arado, exigiendo mayor tracción y más pasadas para completar el trabajo.


En resumen, la compactación del suelo puede desencadenar efectos graves: empobrecimiento del terreno, labores agrícolas más costosas y difíciles, y pérdidas de hasta un 20% en la cosecha. Si no se aborda a tiempo, este problema puede derivar en consecuencias económicas y agronómicas de gran envergadura.


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