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La importancia de la microbiología del suelo en la horticultura moderna

La gestión del microbioma del suelo es clave para reducir enfermedades y mantener la productividad de los cultivos hortícolas

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La horticultura intensiva del sureste español se enfrenta a un reto silencioso pero decisivo: la salud biológica del suelo. En el marco de Hortifruit, celebrada en IFEPA (Torrepacheco), la ponencia “Microbiología aplicada: diversidad y usos que transforman la agricultura” impartida por parte del experto José Antonio Pascual Valero del CEBA-CSIC puso el foco en el microbioma del suelo como pieza central para garantizar la sostenibilidad productiva de cultivos como melón, sandía y otras hortícolas de alto valor.

El especialista en microbiología de suelos recordó que, tras décadas de manejo intensivo, retirada de restos vegetales y uso continuado de insumos químicos, muchos suelos se han empobrecido en materia orgánica y biodiversidad. El resultado son suelos “conductivos”, donde los patógenos se establecen con facilidad y las enfermedades de suelo se convierten en un factor limitante para la producción. La propuesta es clara: devolver vida al suelo mediante enmiendas orgánicas de calidad y el uso estratégico de comunidades microbianas beneficiosas.

 

Suelos conductivos vs suelos supresivos: el valor de la biodiversidad microbiana

La ponencia hizo una clara distinción entre suelos conductivos y suelos supresivos. En los primeros, empobrecidos en materia orgánica y microorganismos beneficiosos, los hongos, nematodos y otros patógenos encuentran un entorno idóneo para instalarse y multiplicarse, lo que se traduce en mayores pérdidas de cultivo y en un incremento de los costes de control. En cambio, los suelos supresivos se comportan de forma muy diferente: aunque el patógeno esté presente, la enfermedad apenas llega a expresarse. Esa capacidad se debe a la acción conjunta del microbioma del suelo y a unas condiciones físico-químicas adecuadas, como una buena estructura, un pH equilibrado y una estabilidad de agregados que favorece la vida microbiana.

La ponente insistió en que esta supresividad no es un rasgo fijo ni garantizado. Es el resultado de un manejo continuado y puede perderse si el suelo se explota de forma intensiva sin devolverle recursos, pero también puede recuperarse cuando se orienta la estrategia hacia la fertilidad ecológica. En este sentido, la incorporación regular de materia orgánica, la reducción de la dependencia exclusiva de soluciones químicas y las prácticas que favorecen la biodiversidad microbiana se plantean como herramientas imprescindibles para reconducir suelos conductivos hacia suelos más sanos y resilientes.

 

Consorcios microbianos y compostaje dirigido: herramientas prácticas para el agricultor

Otro de los mensajes clave fue la necesidad de cambiar la forma de entender el uso de microorganismos en agricultura. Más que buscar una única “cepa milagro”, la especialista defendió el trabajo con consorcios microbianos, es decir, combinaciones de distintas especies que aportan funciones complementarias: desde antagonistas de patógenos capaces de limitar el avance de enfermedades, hasta microorganismos promotores del crecimiento vegetal (PGPR) que mejoran la absorción de nutrientes y estimulan el desarrollo radicular, pasando por aquellas especies “conectoras” que, sin actuar directamente sobre el patógeno, resultan esenciales para que el sistema funcione de manera equilibrada.

En este contexto, el compostaje dirigido aparece como una herramienta especialmente interesante. Al inocular microorganismos seleccionados durante el propio proceso de compostaje, es posible obtener compost con un mayor potencial para reducir enfermedades de suelo y, al mismo tiempo, mejorar la estructura y la fertilidad biológica. El uso combinado de estos consorcios y de enmiendas orgánicas bien manejadas permite ir transformando suelos conductivos en suelos más estables y menos vulnerables, ofreciendo al agricultor una vía práctica para manejar riesgos sanitarios, optimizar el uso de insumos y reforzar la sostenibilidad de sus sistemas de cultivo.

Desde tecnologiahorticola.com seguiremos de cerca estos avances, que confirman que la microbiología del suelo no es un detalle técnico más, sino un factor estratégico para la horticultura profesional del presente y del futuro.

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