Tecnología para salvaguardar la cosecha en el momento de su recolección
El sector agrario reclama más vigilancia y apuesta por soluciones tecnológicas móviles para proteger las explotaciones
El sector citrícola vive estas semanas el pico de la campaña de recolección y, con él, el regreso de una preocupación recurrente: los robos de fruta en los campos. Organizaciones agrarias han denunciado recientemente ante los medios de comunicación los primeros casos de sustracciones de cítricos de la temporada y han reclamado un refuerzo de la vigilancia durante todo el periodo de cosecha, así como una mayor coordinación entre las distintas fuerzas y cuerpos de seguridad.
Según estas organizaciones, los robos no solo suponen la pérdida directa de la fruta, sino también daños en los árboles y en las propias explotaciones, lo que incrementa la sensación de indefensión de los agricultores. Además de pedir más presencia policial en las zonas productoras, insisten en la necesidad de facilitar la presentación de denuncias y de perseguir de forma efectiva el comercio de fruta de origen ilícito, ya que sin canales de venta “los robos dejan de ser rentables”.
¿Cómo pueden los agricultores proteger sus explotaciones las 24 horas del día sin tener que estar físicamente en el campo y sin asumir inversiones permanentes en infraestructuras de seguridad?
En este contexto, y con los campos llenos de fruta lista para recolectar, el sector empieza a mirar con más interés hacia soluciones tecnológicas que ya se utilizan en otros ámbitos como la construcción o las infraestructuras. Empresas especializadas en seguridad privada ofrecen actualmente sistemas de videovigilancia móvil que se ajustan a la realidad del campo: equipos que se instalan en pocos minutos, sin necesidad de obra civil ni anclajes permanentes, y que pueden desplazarse fácilmente de una parcela a otra en función del avance de la cosecha o del riesgo detectado.
Se trata de torres o dispositivos autónomos equipados con cámaras motorizadas de alta resolución que cubren grandes superficies en 360 grados, análisis inteligente de vídeo para detectar intrusiones en tiempo real, altavoces y sirenas para disuadir a los intrusos y conexión permanente con una central de control que supervisa las alertas las 24 horas del día. Cuando el sistema identifica un acceso no autorizado, el personal de la central verifica las imágenes, lanza avisos por megafonía y, si es necesario, da aviso inmediato a las fuerzas de seguridad.
Muchos de estos equipos funcionan con alimentación eléctrica convencional y baterías de respaldo de varias decenas de horas, mientras que otros modelos incorporan paneles solares y depósitos de combustible limpio, lo que permite proteger fincas alejadas de la red sin costes energéticos adicionales y con un menor impacto ambiental. Además, los agricultores pueden seguir en directo lo que ocurre en sus parcelas a través de aplicaciones móviles y plataformas web, ajustar horarios de armado y desarmado o consultar informes de actividad de manera sencilla.
Otro aspecto relevante es que estos servicios se ofrecen normalmente en régimen de alquiler por periodos cortos, algo que encaja con la estacionalidad de la campaña citrícola: se contrata la protección solo durante los meses de mayor riesgo y se adapta la configuración según avance la recolección.
Las empresas de seguridad recuerdan, además, que todos estos sistemas deben cumplir la normativa de seguridad privada y de protección de datos: central receptora de alarmas autorizada, oficinas protegidas, carteles informativos en los accesos, máscaras de privacidad para zonas no vigilables y gestión de grabaciones limitada en el tiempo.
El sector coincide en que no existe una solución única, pero sí un camino claro: combinar vigilancia policial, controles sobre la comercialización de fruta y nuevas tecnologías de detección temprana y efecto disuasorio para que, en plena campaña, lo que salga de los campos sea únicamente la cosecha de los agricultores y no el botín de los ladrones.
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