Investigadores del IAS-CSIC recuerdan que sin suelos sanos no podemos garantizar la alimentación
La importancia del suelo para la seguridad alimentaria, los ecosistemas y la lucha contra el cambio climático
El Día Mundial del Suelo, que se conmemora cada 5 de diciembre desde su declaración en 2013 por la Asamblea General de la ONU, tiene como objetivo destacar el papel esencial del suelo en la satisfacción de tres necesidades fundamentales: la seguridad alimentaria, ya que sin suelos en buen estado no es posible garantizar la producción de alimentos; el mantenimiento de ecosistemas sanos, puesto que procesos naturales como el ciclo del agua o la conservación de la biodiversidad dependen directamente de la calidad del suelo; y la lucha frente al cambio climático, dado que los suelos saludables pueden almacenar carbono y contribuir a que los ecosistemas sean más resistentes a fenómenos extremos como sequías o lluvias intensas.
José Alfonso Gómez Calero, investigador y responsable del Laboratorio de Erosión de Suelos del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), señala que desde hace siglos se reconoce que el bienestar de las sociedades está ligado al buen cuidado del suelo. No obstante, recuerda que en la actualidad el suelo no solo es clave para la agricultura, sino que constituye, junto con el agua, la base del funcionamiento y la salud de todos los ecosistemas.
Según explica el investigador, esta mayor conciencia ha impulsado en los últimos años una orientación de las políticas públicas hacia la mejora de la salud del suelo. Esto se refleja tanto en la adaptación de normativas ya existentes, como la Política Agraria Común de la Unión Europea o la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, como en la puesta en marcha de nuevas iniciativas, entre las que destaca la futura Directiva europea sobre Seguimiento y Resiliencia del Suelo, cuya entrada en vigor es inminente.
Gómez Calero subraya que la eficacia de estas políticas está vinculada a los avances científicos y técnicos derivados de diversos proyectos de investigación, como los desarrollados en el IAS-CSIC. Entre ellos se encuentran el diseño de técnicas para reducir la erosión mediante cubiertas vegetales, la restauración de suelos degradados con enmiendas y vegetación, el uso de barreras vegetales para frenar la contaminación por escorrentía, el desarrollo de métodos accesibles para controlar cárcavas, o la creación de modelos que permitan estimar la cantidad de carbono que pueden almacenar los suelos cuando se aplican prácticas agrícolas sostenibles.
No obstante, el científico advierte que lograr suelos sanos no depende exclusivamente de la investigación. Es fundamental que estas soluciones se adapten a las distintas realidades de los suelos —agrícolas, forestales o urbanos— y a las necesidades de quienes los gestionan, del mismo modo que en medicina los tratamientos deben ajustarse a cada paciente. En este sentido, uno de los principales desafíos reside en la transferencia del conocimiento al usuario final, especialmente debido a la debilidad de los sistemas de asesoramiento en el medio rural, una problemática común en gran parte de la Unión Europea.
Con el fin de afrontar este reto, el IAS-CSIC desarrolla sus proyectos en colaboración con ayuntamientos, asociaciones rurales, organizaciones agrarias, denominaciones de origen, ONGs y otros centros de investigación con presencia en el territorio. Para ello, emplea herramientas de cooperación como los Grupos Operativos o la Unidad Asociada de Gestión Integral de Suelo y Agua en Cultivos Leñosos Mediterráneos, creada junto al IFAPA de la Junta de Andalucía.
Finalmente, Gómez Calero destaca que el Día Mundial del Suelo es una ocasión para recordar que la protección y mejora del suelo requiere un esfuerzo conjunto, basado en la cooperación, la planificación a largo plazo y la adecuada combinación entre las políticas públicas y la iniciativa individual, siempre teniendo en cuenta las particularidades de cada territorio.
