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Suelos vivos, cultivos sanos: cómo restaurar su fertilidad

El suelo es un sistema vivo esencial para la producción agrícola. Proteger su materia orgánica es clave para frenar la desertificación y mejorar su fertilidad. Soluciones como Mater-Bi de Novamont contribuyen a esta misión gracias a su compostabilidad y respeto medioambiental

Suelos vivos, cultivos sanos cómo restaurar su fertilidad
  • Tomar medidas para contrarrestar el agotamiento de los suelos es imprescindible para seguir beneficiándose de las funciones ecosistémicas que proporciona, y evita enormes costes económicos que recaen sobre todos nosotros.


 


23.07.2025 - INFOMERCIAL

El suelo es un sistema vivo, poblado por una cantidad de miles de millones de microorganismos que necesitan carbono orgánico como única fuente de energía, sin el cual no puede desempeñar las funciones biológicas esenciales que permiten la vida en el planeta. El suelo es esencial para el crecimiento de los cultivos y, para ello, es necesario tomar medidas para proteger la materia orgánica y los nutrientes del suelo.


 

La degradación del suelo, un coste de 80 euros per cápita al año


En los países mediterráneos es especialmente preocupante: el contenido medio de materia orgánica ronda el 1,5%. Según Claudio Ciavatta, catedrático de Química Agrícola en el Departamento de Ciencias y Tecnologías Agroalimentarias (DISTAL) de la Universidad de Bolonia, en su artículo publicado en Re Soil Foundation, se calcula que en Italia más del 85% de la superficie total del suelo tiene valores de carbono orgánico inferiores al 2%: un límite ligeramente superior al umbral de riesgo de «desertificación». Se ha calculado que la consecuencia de la degradación del suelo cuesta a cada ciudadano de la UE al menos 80 euros al año, entre 3.000 y 6.000 millones de euros anuales y los debidos a la erosión oscilan entre 1.000 y 14.000 millones.

Y en la península ibérica, muchos estudios reconocen que más de 9 millones de hectáreas ya están en riesgo de desertificación como consecuencia de la sobreexplotación de acuíferos y el crecimiento insostenible del regadío, el abandono de la tierra y la intensificación de los periodos de sequías extremos (Ramón Díaz, Información.es, 2022).

Ante esta situación, Novamont, empresa de Versalis (ENI) y actor internacional en el sector de los bioplásticos y productos bioquímicos derivados total o parcialmente de la biomasa, siempre ha situado la salud del suelo en el centro de su modelo de desarrollo. Para ello, Novamont creó Mater-Bi, una familia de bioplásticos con diferentes contenidos de origen vegetal, biodegradables y compostables, de acuerdo con las principales normas europeas, americanas e internacionales (UNI EN 13432, ISO 17088, EN 17033, ASTM 6400 e ISO 23717:2021). Los productos fabricados con Mater-Bi, como bolsas (de la compra o de frutas y verduras), envases alimentarios, cápsulas de café y o productos de restauración, están diseñados para facilitar la recogida selectiva de residuos orgánicos, y para ser compostados, fomentando así la producción de compost, un agente de enmienda del suelo para los suelos agrícolas. Pero con Mater-Bi también es posible producir otras aplicaciones compostables, como rafia y clips para entutorado de cultivos en invernaderos o films para acolchado biodegradable en el suelo.

Mater-Bi no libera microplásticos persistentes en el medio receptor, no tiene efectos ecotóxicos y se biodegrada incluso a bajas temperaturas, como productos biodegradables en el suelo o en el compostaje doméstico, por la acción de microorganismos, convirtiéndose en dióxido de carbono, agua y biomasa, ahorrando tiempo y recursos al agricultor al final del ciclo de cultivo.


 

¿Por qué es tan importante la materia orgánica?


La materia orgánica es fundamental para la fertilidad del suelo, cuya función principal es producir moléculas orgánicas (carbono orgánico) en forma de alimento para los seres vivos. La composición de la materia orgánica va desde compuestos orgánicos frescos, pasando por moléculas orgánicas en proceso de composición, hasta macromoléculas muy complejas y estables llamadas sustancias húmicas, también conocidas como humus. La cantidad de materia orgánica, su composición y distribución espacial son factores que determinan los efectos sobre la fertilidad del suelo y su papel como sumidero de CO 2 para contrarrestar el cambio climático.


 

El suelo, un atleta al que se debe entrenar


Es necesario fomentar todas las acciones que puedan preservar y mejorar esa fertilidad. La acción primordial es garantizar que parte de los productos de la fotosíntesis permanezcan en el suelo y vuelvan a él, y asegurar aportes constantes de materia orgánica que garanticen su plena funcionalidad.

En su artículo, Ciavatta describe el suelo como un atleta:

“Hay que conocer su potencial y, en función de los posibles objetivos alcanzables, hay que entrenarlo para lograr los mejores resultados”.


El suelo es el almacén de carbono más importante en comparación con la biosfera y la atmósfera y se acumula principalmente en la superficie (primeros 50 cm). El contenido en peso de materia orgánica, por tanto, varía según suelos:
  • Menos del 1% en suelos arenosos y áridos.
  • Hasta el 5% en suelos cultivados.
  • Superior al 5% en suelos orgánicos.
  • Hasta el 100% en suelos de turba.

Si el suelo es un sistema vivo, es necesario alimentarlo, cuidarlo y procurarle una buena salud, solo así conseguiremos unos alimentos ricos en nutrientes y de calidad. La aportación de materia orgánica es la forma de devolver a la tierra lo que obtenemos de ella. Y cuidarlo también significa apostar por productos agrícolas que sean más sostenibles y respetuosos, como las aplicaciones fabricadas en Mater-Bi, que gracias a su biodegradabilidad y compostabilidad certificada, pueden mezclarse junto los restos orgánicos para obtener un compost de calidad sin microplásticos permanentes. Tenemos la responsabilidad de mantener su riqueza para continuar viviendo de nuestros suelos agrícolas.

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