Las buenas prácticas medioambientales incluyen reciclar el agua
La Horticultura interurbana sería mejor disponiendo de agua reciclada de calidad
Los contaminantes agrícolas, una amenaza para el agua del planeta. Más gente, más alimentos, ¿peor agua?
MEDIOAMBIENTE. ¿Cuánta agua se necesita para la horticultura local de Melbourne? ¿Cuánta agua se necesita para una smart horticultura en el periurbano de tu ciudad? Una investigación de la The University de Melbourne, del proyecto Foodprint, indica como necesarios 475 litros de agua por persona y día para cultivar los alimentos que consumen en la ciudad australiana.
Los 475 litros son la cantidad de agua de riego, por ejemplo, de ríos. No se incluye el agua de lluvia o el agua necesaria también en el procesado o fabricación de alimentos. El agua necesaria en la horticultura para alimentar una ciudad es aproximadamente el doble de la que se gasta en las viviendas.
En Australia, en el sudoeste tienen períodos de sequía, como en muchas otras regiones de todo el mundo. El problema es aún mayor en los climas cálidos y secos. En muchas regiones en el futuro es probable que se disponga de menos agua para agroalimentación.
Los precios de frutas y verduras frescas subieron un 43% y 33% respectivamente en el pico de la sequía del milenio en la ciudad de Melbourne según Melbourne`s Food. “Necesitamos comenzar a planificar los sistemas alimentarios, incluida la entrega de agua reciclada a la agricultura periurbana”, dicen.
El lanzamiento del proyecto Foodprint Melbourne investigó la importancia de las tierras agrícolas periurbanas en la ciudad, y destacó la amenaza potencial a los suministros de frutas y verduras frescas cultivadas localmente, ya que la población de Melbourne crecerá a más de 7 millones de personas para 2050.
Las plantas modernas de tratamiento de aguas pueden producir agua de calidad para cultivar alimentos. Solo una pequeña cantidad de esta agua se usa actualmente para la agricultura. En el caso de la ciudad de Melboune según Foodprint Melbourne se demuestra que tan solo con el 10% del agua reciclada producida por sus dos plantas de tratamiento de agua podrían cultivar alrededor de la mitad de las verduras necesarias para alimentar a Melbourne cada año.
A finales de julio el Tribunal de Justicia de la Unión Europea condenó a España a una multa millonaria por tardar en adecuar a la normativa europea los sistemas para la depuración de aguas residuales urbanas en distintos municipios del país. Hay 43 municipios españoles con más de 15.000 habitantes sin sistemas colectores ni de tratamiento de las aguas residuales urbanas.
La directiva europea sobre el tratamiento de aguas residuales establece que los Estados miembros deben garantizar que las ciudades y urbanizaciones recojan y traten correctamente sus aguas residuales urbanas para evitar que queden contaminadas por bacterias y virus nocivos.
La innovación y la cooperación son claves para la sostenibilidad. Una innovación que permita producir más con menos; unas políticas agrarias que fomenten las buenas prácticas y un trabajo de cooperación entre todos los eslabones de la cadena agroalimentaria, son los aspectos ganadores de la ecuación Agricultura-Medio Ambiente, dijeron en un foro de Syngenta el día Mundial del Medioambiente
En la agricultura hay problemas añadidos en la disponibilidad de aguas de calidad y los contaminantes son una amenaza para el agua del planeta. Un examen mundial de la contaminación del agua de la agricultura, presentado por la FAO y el Instituto Internacional para el Manejo del Agua (IVMI) en una conferencia celebrada en Tayikistán ( junio, 2018) informa que en muchos países, la mayor fuente de contaminación del agua es la agricultura -no las ciudades o la industria-, mientras que, a nivel mundial, el contaminante químico más común en los acuíferos subterráneos son los nitratos procedentes de la actividad agrícola, advierte el informe. Más gente, más alimentos, ¿peor agua?
Los informes de la FAO alertan que la contaminación afecta a miles de millones de personas y genera costes anuales que superan miles de millones de dólares en EEUU y en todos los países desarrollados. “La agricultura es el mayor productor de aguas residuales, por volumen, y los animales en la ganadería genera muchas más excreciones que los humanos.
El auge de la productividad agrícola mundial que siguió a la Segunda Guerra Mundial se logró en gran parte a través del uso intensivo de insumos, como plaguicidas y fertilizantes químicos ganar batallas contra el hambre. Desde 1960, el uso de fertilizantes minerales se ha multiplicado por diez, mientras que desde 1970 las ventas mundiales de plaguicidas pasaron de cerca de 1 000 millones de dólares EEUU anuales, a 35 000 millones de dólares al año.
La contaminación del agua por parte de la agricultura es un desafío complejo y su gestión eficaz requiere diversas respuestas, según el estudio Más gente, más alimentos, ¿peor agua? (“More People, More Food, Worse Water? A Global Review of Water Pollution from Agriculture”).
Una forma de enfrentars a estos problemas será desarrollar políticas e incentivos que alimenten a las personas a adoptar dietas más sostenibles y limitar los aumentos en la demanda de alimentos con gran huella ambiental, por ejemplo, a través de impuestos y subsidios.
A nivel del consumidor, puede resultar útil reducir el desperdicio de alimentos. Un estudio incluido en el informe estima que la contaminación por nitrógeno a partir del desperdicio de alimentos suma hasta 6,3 teragramos por año.
Se organiza una semana contra el desperdicio alimentario
Las medidas que promuevan la “aceptación” por parte de los agricultores de buenas prácticas en sus demandas de agua son fundamentales para abordar la contaminación desde el suministrador – proveedor, de agua para las actividades agroalimentarias, puden ser necesarias, exenciones tributarias para incentivar estas prácticas que minimicen la emisión de nutrientes y plaguicidas o pagos para el “mantenimiento del paisaje”.
Según el centro de prensa de la FA, actualmente en la horticultura moderna es útil es el manejo integrado de plagas, que combina el uso estratégico de variedades agrícolas resistentes a plagas con la rotación de cultivos y la introducción de depredadores naturales de las plagas más comunes.
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